«Ondequiera que estés el mar nunca está demasiado lejos»
Con esta macarrónica frase comienza el libro sobre Bretaña que compré en uno de mis primeros viajes a esta región de Francia. Sin duda es un error tipográfico, pero es cierto: estés donde estés en Bretaña el mar siempre está cerca. El mar modela el paisaje, articula la población y da forma a las ciudades.
Y cuando hablamos de mar hablamos de sus corrientes, de sus temporales y, sobre todo, de sus mareas. Este elemento ha determinado la forma de vivir de los Bretones, su gastronomía y, en gran medida, su historia.
Las mareas en Bretaña son de las mayores del mundo, alcanzando hasta los 15 metros de diferencia entre bajamar y pleamar. En la comparación nuestro Cantábrico, con 3-4 metros, queda en evidencia.
Y es precisamente ahí, en el punto máximo de subida de la marea, donde se sitúan la mayor parte de las ciudades. Dinan, Quimper, Morlaix, Lannion son ciudades situadas en la cabecera de estos estuarios (en bretón abers), que son el resultado de la invasión del mar hacia los valles.
Existe una notable diferencia entre la coste norte, de rías estrechas, con altos acantilados y la costa sur, que es más baja y menos abrupta. En el sur las rías se convierten en amplios estuarios, como el mar de Morbihan, al sur de Vannes, o el estuario del rio Etel.
La situación marítima de Bretaña la dota de un clima oceánico, con inviernos suaves y húmedos y veranos con temperaturas moderadas. Este clima favorece la existencia de una vegetación arbustiva omnipresente en toda la costa y que aporta el color particular de sus paisajes, al cual han sido sensibles escritores, pintores y… fotógrafos.
La historia de Bretaña es antigua y esta se muestra en cada rincón. Buena muestra de ello es la abundancia de monumentos megalíticos, especialmente en la región del Morbihan, donde se encuentra la mayor concentración de megalitos del mundo. Hasta tal punto llega la relación de Bretaña con los megalitos que las palabras que usamos para designarlos, como dolmen o menhir, derivados del bretón antiguo.
La autocaravana va a ser la herramienta perfecta para visitar esta región. Aquí hay muchos rincones por descubrir y hay muchas imágenes que, además de quedarse en nuestro recuerdo, podemos recoger también con nuestra cámara fotográfica.
En el episodio 6 del podcast, hacemos un recorrido a través de la costa de Bretaña. Empezamos en el sur, en los Alineamientos Megalíticos de Carnac, pasamos por el bello pueblo de Auray, hacemos una parada en el singular pueblo de Saint Cado, nos detenemos brevemente para fotografiar el óxido de los barcos abandonados en Lanester y casi sin darnos cuenta nos plantamos en la punta de Raz, un cabo que se adentra en el Atlántico más salvaje.
Por el camino daremos unas pequeñas pinceladas del uso de filtros en fotografía de costa, una herramienta muy fácil de utilizar y que nos va a proporcionar imágenes agradables y distintas de lo habitual. Es una técnica que sin duda nos va a hacer dar un pequeño salto de calidad en nuestras imágenes.
Y en Bretaña, si hablamos de costa hay que hablar de faros. Los faros evocan misticismo y romanticismo.
Con la esperanza de recoger todo este simbolismo, proponemos y explicamos dónde y cómo fotografiar varios de los faros más bonitos de esta costa. Contamos además donde podemos estacionar nuestro vehículo y qué horas son las más propicias para obtener buenas fotografías.
Seguiremos la ruta por la costa norte, la costa de Armorica, y visitaremos lugares curiosos, como la Maison de la Gouffre, en Plougrescant, y otros poco conocidos por el turismo de masas, pero que son parte y esencia de esta región, como el castillo de Taureau o el pequeño y solitario islote de Saint Michel, en Erquy.
Terminaremos la ruta traicionando el título de este artículo, abandonando brevemente Bretaña para entrar en Normandía y visitar el impresionante Mont Saint Michel, unos de los sitios más fascinantes que se pueden visitar en Europa. Aquí hablaremos de una ubicación única para conseguir fotos distintas de este conocido lugar.